lunes, 14 de febrero de 2011

EL DESARROLLO INDUSTRIAL: INVENTOS, DESCUBRIMIENTOS Y NUEVAS FORMAS DE TRABAJAR


            En 1769 James Watt, mecánico y fabricante de instrumentos para laboratorios,  patentó en la ciudad de Birmingham, Inglaterra, la llamada máquina a vapor. Esta invención se toma, simbólicamente, como el inicio de la Revolución Industrial. En realidad lo que hizo Watt fue perfeccionar una máquina que había sido creada y modificada por otros hacía tiempo. Una de las máquinas llamadas “atmosféricas”, que se usaban para extraer el agua que inundaba las minas de carbón le fue llevada a Watt para ser reparada. Watt analizó el mecanismo de funcionamiento y lo mejoró. Esto fue lo que patentó y luego consiguió un socio que puso el dinero necesario para comenzar a construir esas máquinas cuyo uso se difundió rápidamente.
            Este invento permitió la mecanización industrial (maquinismo). La máquina proporcionaba la energía necesaria para producir, sustituyendo a la energía natural (viento, corrientes de aguas) y a la de los animales y el hombre. La fuerza del vapor ponía en movimiento bielas, pistones, poleas, etc y se podía aplicar a todo aquello que fuera necesario poner en movimiento; es decir que el calor se transformaba en energía cinética. Una máquina a vapor podía servir para desagotar minas, pero también para mover telares o poner en movimiento vagones. A partir de esta aplicación el mundo se transformó rápidamente con una serie de cambios encadenados unos con otros. Cada invento o adelanto técnico que se obtenía servía para generar otros; a veces en forma deliberada y a veces en forma imprevista. En muchas ocasiones los cambios técnicos introducidos solucionaban una dificultad pero creaban otra y era necesario encontrar una nueva solución lo que motivaba una búsqueda permanente. Además el incentivo económico (aumentar la ganancia aumentando las ventas o ahorrando en los costos de producción) fomentó en los empresarios el interés por la técnica y la investigación científica. La ciencia se puso al servicio de la industria y se comenzó a estudiar para encontrar mejores productos, mayor calidad en las telas o los colores, mejor rendimiento del combustible, metales más resistentes, mayor duración de los alimentos, mayor eficacia en las armas, etc.

            INDUSTRIA TEXTIL
            Fue la primera en recibir las consecuencias de la mecanización. La sustitución de la lana por el algodón aumentó la demanda de la vestimenta porque era más barato. En Inglaterra se importaban telas de algodón fabricadas en la India (los calicós), pero los fabricantes de telas en Inglaterra lograron que se prohibiera la importación de esas telas y se comenzó a importar el algodón para trabajarlo con mano de obra inglesa.
            La lana constituyó durante muchos siglos la materia prima de los tejidos ingleses; en el siglo XVIII con la industrialización fue desplazada por el algodón. La industria textil (fabricación de telas) basada en el algodón fue la palanca de la primera etapa de la revolución industrial.
            ¿Por qué posee el algodón esa importancia?
            En primer lugar por su abundancia; la producción en América, India y Egipto era enorme y también se empezó a cultivar en algunas regiones de Europa. Era una materia prima barata que podía satisfacer la demanda de los sectores sociales medios que no podían pagar los altos precios de otros productos textiles.
            La creciente demanda  estimuló al producción y la necesidad de producir mayor cantidad en menor tiempo fue lo que provocó la mecanización: crear formas de hilar y tejer más rápidas para satisfacer la creciente demanda. Por eso es en la industria textil donde aparecen las primeras innovaciones técnicas significativas que dan origen a la revolución industrial.  A mediados del siglo XVIII, un carpintero-tejedor, Hargreaves, inventó un torno movido a mano, que permitía hilar ocho hilos a la vez. Arkwright sustituyó el torno por una máquina giratoria que era movida por una corriente de agua (energía hidráulica). Con la creación de la máquina de vapor de Watt, los telares usaron una nueva fuente de energía y se hizo más rápido el proceso de hilar y tejer. Pero el hilo de algodón era fino y se rompía con facilidad y se detenía la producción, hasta que  un tejedor llamado Crompton  mejoró la hiladora logrando una fibra más gruesa. Estas innovaciones podían aplicarse al algodón, fibra larga, no a la lana que era una fibra corta.
            Como se trataba de una materia prima que debía importarse, en Inglaterra se produjo una concentración  de industrias textiles en las zonas de los grandes puertos, para abaratar el transporte (aún no había ferrocarriles). En esos puertos se importaba el algodón, se industrializaba y el producto fabricado se exportaba.
            En el algodón se resumen todas las características de la primera etapa de la revolucón industrial:
1) Materia prima abundante y barata.
2) Concentración de la producción en una región reducida.
3) Renovación continua de las técnicas: uso del vapor, procedimientos “standard” (en serie), etc. El perfeccionamiento de la máquina requería empleo de menor fuerza física, lo que derivó en la utilización de trabajo femenino.
4) Importancia del comercio y el mercado como estímulos para la industrialización.
5) Necesidad de capitales. Se forman empresas cada vez mayores, tanto para fabricar como para vender los productos.
            La posibilidad de hilar y tejer más rápido permitió tener telas más baratas y por lo tanto la población pudo tener más cantidad de vestimenta (en algunos casos se puede decir que por fin tenía vestimenta y no harapos como hasta entonces). Aparte de una minoría de ricos, la humanidad no había tenido acceso a tan variados y saludables vestidos, pues el algodón se manufacturaba a bajo costo, se teñía con facilidad y se lavaba rápidamente.

             MINERIA Y METALURGIA
            Inglaterra carecía de carbón vegetal suficiente para satisfacer la demanda que originó el uso de ese combustible para las calderas de vapor. Ante la amenaza de deforestación, se vio en la necesidad de utilizar carbón de piedra (hulla o cocke) que se obtenía de minas como cualquier otro mineral. El carbón de piedra también era usado para fundir el hierro.
            Pero el hierro que se obtenía mediante la fundición con hulla no era el mejor: debido al exceso de carbono que contenía resultaba duro y quebradizo. En 1785 Onions y Cort crearon la pudelación, un procedimiento que permitía quitar carbono del hierro y obtener un metal de mejor calidad conocido como “hierro colado”. Al ser más maleable aumentó su uso y crecieron las instalaciones de fundición con altos hornos y producción a gran escala. Su fabricación se fue perfeccionando obteniendo hierro laminado, plegado, etc, lo que permitió un uso más amplio.
            En 1855 se dio una transformación decisiva con el procedimiento Bessemer que permitió pasar del hierro colado al acero. Este más resistente que el hierro lo sustituyó en la fabricación de máquinas, rieles, vigas, etc. A medida que se perfeccionó la fabricación de hierro y acero, gran cantidad de herramientas y útiles de trabajo que antes se hacían de madera, se empezaron a construir de metal. De esta manera el desgaste era menor y la precisión en su uso mayor.
            Un importante avance fue el uso de tuercas y tornillos. Estos elementos de sujeción facilitaron ensamblar, armar, desarmar y reparar piezas metálicas. La demanda de tornillos y tuercas impulsó su fabricación en serie siendo uno de los primeros artículos en ser fabricados de esa manera, estandarizándose los diámetros para tener un uso universal.
            Si la primera parte de la revolución industrial está caracterizada por la industria textil, la segunda parte se consolida con la industria del hierro y el acero y todos sus derivados (construcción de puentes, máquinas, herramientas, ferrocarriles, etc.). Hasta fines del siglo XVIII la única demanda importante de hierro provenía de la guerra; recién a fines de ese siglo comenzó, gracias a las innovaciones en su producción, a ser requerido para otras actividades. Pero fue recién a hacia mediados del siglo XIX que comenzó su apogeo. La industria siderúrgica se convirtió en el modelo de la industria moderna. En Inglaterra, en la segunda mitad del siglo XIX, las fundiciones absorbían más de la cuarta parte del vapor utilizado por la industria y empleaba casi la mitad de la mano de obra disponible. La cantidad de producción de hierro fundido y acero señalaban la jerarquía del país como potencia industrial: la supremacía de Inglaterra, la industrialización de Alemania, el crecimiento rápido de EEUU. Un consumo de hierro pequeño equivale a una red de ferrocarriles pequeña y a un transporte y comercialización primitivos.
            Por otro lado la explotación de las minas de carbón mineral generó algunos inconvenientes a los cuales había que dar solución: a mayor profundidad de las minas había que buscar formas para poder iluminar, desagotar y trasladar el carbón hacia la superficie. La solución a la iluminación se obtuvo al poder aislar una llama dentro de un tubo de vidrio impidiendo el contacto de la llama con el aire de la mina y evitando así las posibles explosiones. Para sacar el agua del interior de las galerías de las minas se recurría a las máquinas de vapor conocidas hasta ese momento que eran antieconómicas por que consumían mucho vapor. Estas máquinas mejoradas por Newcomen fueron luego perfeccionadas por Watt dando origen a la “máquina de vapor” como se la conoció desde entonces. El traslado del mineral hasta la superficie desde la profundidad de las minas se facilitó cuando se usaron rieles sobre los que se empujaban vagonetas conteniendo el material. Estas vagonetas eran empujadas por mujeres y niños cuyos cuerpos menudos podían penetrar en las galerías más estrechas. El sistema se perfeccionó cuando se usó la fuerza del vapor para tirar de las vagonetas.
            En las minas de carbón, y en la minería en general, no hubo más adelantos técnicos que los ya señalados. El sistema de extracción requería mucha mano de obra lo que provocó un considerable aumento del número de mineros. Estos constituían, por su número, uno de los movimientos obreros con más fuerza.
 
Primeras locomotoras


  

            TRANSPORTES Y COMUNICACIONES
            La aplicación de la fuerza del vapor a los transportes se hizo a través del ferrocarril. En 1814 George Stephenson creó la primer locomotora. Poco tiempo después se empezaron a extender vías para que circularan locomotoras tirando de vagones que en primer instancia se usaron para llevar mineral desde las zonas mineras a los puertos o a las fundiciones. Posteriormente se agregaron vagones para el traslado de pasajeros. En 1830 se inauguró la línea que comunicaba a Liverpool con Manchester, dos de las ciudades que se habían desarrollado debido a la industrialización. La expansión del ferrocarril fue incontenible, no sólo en Inglaterra, sino en el resto de Europa y en EEUU. 
            En ocasiones se dio una autentica “manía” de instalar vías de ferrocarril, más de las que se necesitaban y el resultado económico no siempre fue bueno aunque muchos inversionistas creían que el ferrocarril era el negocio del siglo.
Las consecuencias de la difusión del ferrocarril fueron varias:
            1) Reveló las posibilidades del progreso científico. Hasta ese momento ninguna actividad había creado tantos elementos técnicos nuevos ni había desarrollado una organización a tan gran escala. Durante mucho tiempo el ferrocarril fue la “tecnología de punta”.

Las locomotoras a vapor aumentaron su potencia y rapidez

            2) Permitió invertir grandes sumas de dinero y crear enormes empresas. Primero dentro de Inglaterra y luego fuera de esta los capitalistas encontraron la forma de obtener grandes ganancias a partir de la instalación de vías férreas. En América Latina el ferrocarril tuvo un desarrollo inusitado afirmando el dominio económico inglés en la región al facilitar la salida de materias primas desde el  interior hacia la costa. Los ferrocarriles, instalados por empresas inglesas, transportaban la lana, las frutas, los minerales, etc que se producían en América Latina hasta los puertos para ser luego embarcados hacia Inglaterra. En EEUU le permitió a este país culminar la conquista de las tierras del oeste y lograr la explotación económica de esos vastos territorios.
            3) Otorgó mayor movilidad a las personas permitiendo traslados más rápidos. Fue más fácil, rápido y cómodo ir desde la ciudad al campo, a los lugares de veraneo o a las zonas donde había trabajo. La velocidad del ferrocarril cambió el ritmo de la sociedad.
            4) Estimuló el comercio al realizar en forma más rápida el envío de mercaderías y al ser más baratos los fletes.
            5) Impulsó la producción de hierro y carbón, dos materiales básicos para el ferrocarril, uno para su construcción y el otro como combustible.
            El vapor también se aplicó a la navegación: los barcos con ruedas de paletas comenzaron a circular en EEUU. Su difusión no alcanzó el nivel de los ferrocarriles sobretodo por que los veleros rápidos conocidos como “clippers” eran muy veloces y no requerían de un abastecimiento de carbón como los buques a vapor.
            Otra revolución en los transportes se dio con el automóvil. Aunque fue creado en las últimas décadas del siglo XIX su difusión masiva recién comienza en las primeras décadas del siglo XX. El origen del automóvil estuvo en la invención del motor a explosión un procedimiento para generar energía que requería muchos menos espacio que la máquina a vapor. El problema de esta residía en que si se quería aumentar la potencia se necesitaba producir más vapor, por lo tanto se necesitaban calderas más grandes. También estaba el problema del encendido que demoraba hasta que el carbón hacía hervir el agua y transformarla en vapor. El motor a explosión solucionaba estos problemas mediante el accionar de una chispa eléctrica que encendía un combustible derivado del petróleo en el interior de un cilindro. La explosión del combustible ponía en movimiento el mecanismo que suministraba la fuerza.

El Ford-T

El trabajo de los alemanes Daimler y Benz dio como resultado el automóvil, que en sus inicios era un carro con un motor y que constituyó una novedad sólo disfrutable para una pequeño grupo de ricos excéntricos. Fue en EEUU durante las primeras décadas de este siglo que el automóvil se constituyó en un artículo de consumo masivo. La difusión masiva de su uso se debe al norteamericano Henry Ford quien concibió la idea de fabricar autos en serie que fueran lo suficiente baratos como para ser comprados por cualquier empleado. En octubre de 1908 comenzó a fabricarse el modelo T, autos muy simples y rústicos, de color negro y con bajo costo de producción y que desarrollaba un máximo de 70 kilómetros por hora. En 1927, cuando empezó la declinación de sus ventas, se habían vendido 15 millones de unidades (la mitad de la producción mundial). La organización de las fabricas Ford, donde se aplicó el taylorismo (un sistema de trabajo que racionalizaba las tareas y las piezas eran trasladadas a través de una linea de montaje a cuyos lados trabajaban los operarios evitando que tuvieran que moverse y perder tiempo) logró resultados asombrosos en la reducción del tiempo de fabricación: el tiempo de armado de un auto había bajado de doce horas a una hora y media.
            El desarrollo de la industria automotriz influyó en la explotación de nuevos materiales: petróleo, caucho, cromo, níquel, entre otros. Además modificó costumbres y obligó a trazar rutas y mejorar calles para que los vehículos pudieran circular.

El barco a vapor acortó las distancias

            En 1837 Morse inventó el sistema telegráfico por hilos a través de los cuales podían trasmitirse un mensaje que era recibido en un lugar distante. En 1844 se estableció una linea que comunicaba Washington con Baltimore. El alambre a través del que se enviaban las señales fue perfeccionado y un forro adecuado permitió extenderlo cruzando el océano Atlántico poniendo en comunicación a Europa con EEUU (1866). Ya no era necesario esperar varias semanas para recibir una noticia a través de una carta enviada por barco. Esto agilitó las comunicaciones y facilitó las transacciones comerciales. En 1876 se dio otro paso importante cuando Graham Bell patentó el teléfono. Las distancias se acortaron y todo se hacía más rápido; el mundo parecía más chico luego de los cambios introducidos por los nuevos medios de transporte y comunicaciones.
            Las distancias marítimas se acortaron con la construcción de canales: el de Suez en 1867 (que permitía pasar más rápido de Europa a Cercano Oriente y Asia sin necesidad de bordear Africa) y el de Panamá en 1914 (que ponía en contacto el Atlántico con el pacífico sin necesidad de pasar por el extremo sur de Sudamérica). A fines del siglo XIX el vapor se imponía en la navegación y el hierro se usaba para construir los cascos de los buques.
            A comienzos del siglo comienza la conquista del espacio aéreo con el primer vuelo de avión protagonizado por los hermanos Wright. El primer avión no era más que una bicicleta con motor y alas, pero fue suficiente como primer paso.

            LA ELECTRICIDAD
            La electricidad solucionó el problema que presentaban hasta el momento todas las fuentes de energía: el transporte de la energía más allá del lugar donde se producía. Los transformadores, los motores de corriente alterna y los cables de trasmisión, permitieron llevar la energía a grandes distancias; la industria pudo ser separada de los centros de producción de energía. Se pudo usar potencias diversas según las necesidades, con un sistema que funcionaba en forma limpia y con encendido y apagado instantáneo. Su aplicación fuera de los usos industriales permitió iluminar las ciudades, dar calor, etc.   

            LA INDUSTRIA ALIMENTICIA
            El desarrollo de una industria de los alimentos fue provocada por la necesidad de alimentar a una población cada vez mayor y que ya no producía lo que consumía como antes. Era cada vez más grande la gente que se iba del campo a la ciudad a trabajar en las fábricas, o en los transportes o la que trabajaba en las minas. Toda esta población consumía alimentos pero ya no podía producirlos como pasaba con la población que vivía en le campo. Debía comprarlos y para eso era necesario trasladar los alimentos desde las zonas donde se cosechaban hasta los lugares de consumo.
            El desarrollo de los transportes permitía el traslado pero ¿cómo conservar los alimentos hasta que fueran consumidos? La respuesta fueron las conservas, los enlatados y la refrigeración.
            Las conservas basadas en el azúcar se conocían desde el siglo XVII cuando se usaban para la fruta. a partir de la crisis de 1870, cuando la producción de fruta fue difícil de vender, los agricultores buscaron una forma de canalizar sus ventas de frutas y esto se hizo transformándola en mermelada. En los comienzos no se usaron muchos conocimientos científicos, pero a comienzos del siglo XX se estudió el grado de ebullición más convenientes, la cantidad de azúcar necesaria para cada tipo de fruta, etc. La mermelada se vendía en grandes cantidades, sobretodo en las zonas industriales donde era necesario algo sabroso para extender sobre el pan que fuera más barato que la mantequilla.
            Los enlatados tuvieron su origen en el experimento del  francés François Appert a quien Napoleón Bonaparte otorgó un premio que había ofrecido en 1795 para aquel que descubriera la forma de conservar mejor las provisiones del ejército francés. El procedimiento de Appert consistía en guardar alimentos en botellas de cristal que luego tapaba con un corcho poco apretado e introducía en agua hirviendo. Posteriormente  las botellas se tapaban herméticamente (tan herméticamente como era posible en esa época). En 1810 en Inglaterra comenzó a usarse el procedimiento pero en lugar de botellas se usaron latas de hojalata. Allí se estableció la primera fábrica de conservas enlatadas que suministraba sopa y carne al ejército inglés.
            En EEUU el procedimiento del enlatado se introdujo en 1819 y tuvo enorme éxito durante la guerra de Secesión. A partir de 1868 Armour desarrollo una gigantesca industria de envasado de carne en Chicago. El enlatado estuvo durante un tiempo limitado en su cantidad debido a que las latas se hacían por procedimientos manuales. Pero el desarrollo de las máquinas llevó a realizar más rápida su fabricación que terminó por automatizarse a fines de siglo.
            La refrigeración dio sus primeros pasos cuando en la década de 1830 se empezaron a patentar máquinas para fabricar hielo. Hasta ese momento el hielo se usaba para conservar pescado y tocino por un tiempo y para enfriar bebidas. Las máquinas se fueron perfeccionando a través de la investigación química de la evaporación de líquidos volátiles como el amoníaco licuado. En Australia se hicieron importantes adelantos contándose hacia mediados de siglo con máquinas que permitían vender cerveza fría. En 1873 James Harrison, un escocés que había emigrado a Australia, ofreció una fiesta donde se sirvieron pollos, pescados y carne vacuna que habían estado seis meses congelados.
            Los procedimientos para congelar permitieron el traslado de alimentos a grandes distancias sin que se descompusieran, lo que permitió abastecer a Europa de carne o fruta. En 1877 un barco refrigerado llevó desde Argentina a Francia un cargamento de carne de cordero congelado. a partir de ese momento los barcos con cámara frigorífica transportaron carne desde Argentina, Uruguay, Australia o Nueva Zelandia.

            LA PRODUCCION EN MASA Y LA AUTOMATIZACION
            El uso de maquinaria permitió fabricar más cantidad de cosas en menos tiempo. Al aumentar la demanda de productos se observó que se podían hacer en grandes cantidades (a gran escala) y de la misma manera (producción standard o masiva). Para esto se requería el uso de máquinas pero además organizar la forma de trabajar y reducir todo el esfuerzo de producción a los movimientos más simples posibles ahorrando energías y disminuyendo los costos. Cuanto más se simplificaba la tarea del trabajador más se automatizaba su trabajo.
            Los cambios técnicos en la industria textil y la aplicación de la máquina de vapor para mover los telares ya eran un paso hacia la automatización. Pero al no realizarse una planificación y organización detallada de las tareas no se avanzó mucho en la automatización de esa industria. Fue en EEUU que se dieron los avances más significativos y se desarrolló primero en la industria de armamentos. Eli Whitney, que debía entregar un importante pedido de armas del gobierno norteamericano, fabricó piezas de armas que fueran intercambiables; las piezas eran todas iguales y podían colocarse en  cualquiera de las armas fabricadas. La idea fue aplicada por la fábrica Colt para hacer revólveres (1835) y luego fue adoptada para las máquinas de coser Singer, para las cerraduras Yale y para la fabricación de máquinas de escribir.
            La automatización dio un paso importante con la difusión del uso de la cadena de producción continua o cinta transportadora que permitía trasladar el producto que se fabricaba por el interior de la fábrica pasando de una sección a la otra y donde los obreros trabajaban sobre ella sin necesidad de movilizarse. La idea de la cinta transportadora la había desarrollado a fines del siglo XVIII un molinero y  se aplicó con éxito en los frigoríficos de Chicago en la década de 1890, pero su resultado mejor fue la aplicación a la industria del automóvil por parte de Henry Ford.
            Henry Ford aplicó la cinta transportadora para el montaje de automóviles. En lugar de ser los obreros los que se movían llevando las piezas para armar cada vehículo, Ford puso a los obreros al lado de la cinta con las partes que debían ir colocando. De ésta manera el automóvil era armado a medida que avanzaba por la línea de montaje y cada obrero se dedicaba exclusivamente a realizar una tarea simplificando sus movimientos (uno colocaba los cilindros, otro el carburador, otro las puertas, etc). Los obreros debían ajustar su ritmo de trabajo al movimiento de la cinta y no podían abandonar su puesto en ningún momento porque la cinta seguía funcionando. A partir de ese momento el obrero era “una máquina más”.
            Este sistema de producción basado en la simplificación de tareas y la automatización recibe el nombre de “taylorismo” porque fue el norteamericano Frederick Taylor el primero en estudiarlo científicamente. Frederick Taylor comenzó a realizar sus estudios sobre el trabajo en una fábrica de acero donde cronometró la tarea de cada trabajador y asignó a cada uno un trabajo de acuerdo a su capacidad física, exigiendo según fuera ésta. De sus análisis sacó las siguientes conclusiones:
            1) A cada trabajador se le debe asignar una tarea específica por escrito, estableciendo el tiempo en que debe hacerla.
            2) Establecer un rendimiento standard o uniforme y no permitir que nadie rinda por debajo de él.
            3) Eliminar dentro de la empresa toda actividad del trabajador que no sea productiva.
            4) Planificar las tareas e informar a todos los trabajadores de las técnicas a usar.
            5) Dar bonificaciones a los trabajadores que lograran cumplir con las tareas asignadas.
            6) Fijar una línea de montaje que ahorre tiempo en el transporte de los materiales.
            7) Standarizar las herramientas.




           

           
           

 

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